La apicultura ocupa un lugar destacado en la producción agropecuaria de la Argentina. La miel producida en Argentina es considerada una de las de mejor calidad en el mundo. Actualmente la Argentina es el segundo exportador del producto, detrás de China que es el mayor productor y exportador del producto en el mundo. El crecimiento de la actividad entre los años 2000 a 2004 hizo que la apicultura se desarrollara en todo el país, aumentando el número de apicultores y de colmenas. Esto produjo la expansión de la producción apícola, que básicamente estaba radicada en la Pampa Húmeda, a casi todas las provincias de nuestro país, no sólo por ser fuente de productos naturales, sino también por la excelente cualidad que posee la apicultura como factor de desarrollo rural y familiar de las comunidades. Las referidas condiciones también fueron la base para que en la última década el sector apícola se organizara e invirtiera en tecnología, siendo fuertemente acompañado por el estado nacional a través de sus organismos técnicos, que ubican a la Argentina como uno de los países con mayor nivel científico técnico a nivel mundial. También debe enfatizarse el valor social y ecológico que tiene la apicultura. La crianza y multiplicación de abejas contribuye singularmente con la biodiversidad ambiental y con la producción de alimentos. La FAO estima que por cada dólar de ganancia por la producción de miel, se están generando quince dólares por la acción benéfica de este insecto durante la polinización de cultivos relacionados con la producción de alimentos. Además, la cadena apícola sostiene económicamente a casi 100 mil familias, entre productores y otros actores vinculados a la comercialización de estos productos e insumos, y representa una de las principales actividades para la agricultura familiar y las economías regionales.